jueves, 23 de febrero de 2012

(No) Soy tu fan

“Un fanático nunca debe ser subestimado”. Claudia Brucken ~ Fanatic

Hace unos días, hablando sobre Spinetta, comentaba como toda la vida los fanáticos me dieron una especie de respeto que limita con el miedo.
Obviamente cuando hablamos de fanáticos, pensamos en los religiosos, políticos o que apoyan alguna causa especifica (vegetarianos y proteccionistas vienen a la mente). Pero estoy pensando particularmente en los fanáticos de ciertos artistas. Y ojo que digo "ciertos" y no digo "cualquier" artista, porque parece haber cierta categoría de artista que genera algo más que seguidores o fans, artistas que generan algo más parecido a la devoción. Mencioné a Spinetta como un ejemplo, pero hay casos que se sirven de ejemplos más claros: estoy pensando en Boy George, en Morrissey. Más acá en el tiempo hay intentos de artistas como Gaga de hacer algo similar.
¿Que caracteriza a estos fanáticos y a estos artistas? Primero y principal, devoción acrítica. En segundo lugar una absoluta falta de sentido del humor. Y en tercero, y tal vez la más peligrosa o sencillamente irritante, una militancia incansable, persecutoria y punitiva de cualquiera que no comulgue con su favorito. Por el lado de los artistas, hay un cierto mesianismo, siempre disimulado tras una fachada de "en realidad esos fans me molestan" pero que efectivamente no hacen nada por desactivarlos (debemos admitir que George tiene antecedentes de insultar abiertamente a sus fans, quienes en un arrebato masoquista se sienten aun más validados en el insulto).
Estos fenómenos además han empeorado en la era de las redes sociales, donde una mezcla de fácil acceso sumado al posible anonimato son algo así como el sueño del psicótico. Intenten escribir un comentario en Twitter sobre ese ídolo pre-adolescente que no voy a mencionar para que no me empiecen a spammear y prepárense para recibir 348 mensajes que incluyen amenazas de muerte, declaraciones de amor escritas con pobre ortografía, argumentos descabellados sobre calidad, talento y origen de los mismos y varios cientos de spambots ofreciendo cosas de las que mejor no enterarse.
Dándoles un punto a los fans del “artista” tácito en el párrafo anterior, la excusa suele ser que estos fanatismos son un fenómeno claramente adolescente, que tiene que ver con la necesidad de validación en grupos de referencia. Pero la experiencia muestra que más allá de adolescencias estiradas, hay gente que ya tiene edad de saber mejor lo que está haciendo, que mantiene intacta su devoción por algún cantante de sexualidad dudosa que supo tener su momento de esplendor hace muchos años.
Madonna y su limo. Tengan mucho miedo. 
Independientemente de lo molestos que puedan resultar a sus ocasionales victimas críticas (en este caso, vendría siendo yo), también son un poco un riesgo para sí mismos. Estamos hablando de la gente que es atropellada por la limosina en movimiento de su objeto de adoración en un momento de persecución (Madonna es encantadoramente despreciativa de sus fans psicóticos y a ella pertenece el vehículo que se llevó puesto un fan en una de sus visitas a la Argentina), gente que va hasta la puerta de la casa de su admirado y cual cartoneros revisan las bolsas de basura que estos dejaron (en nombre de la privacidad voy a mantener la identidad de los psicos y del/a artista involucrada, PERO USTEDES SABEN QUIENES SON).
Claro que todos tenemos ídolos, sin ir más lejos soy y me relaciono con gente que se ha gastado los ahorros de una vida en un viaje internacional para ver a su artista favorito en concierto. Pero he aquí la diferencia: una cosa es morir por ver al artista en el escenario, otra la de acampar en la puerta de su casa por robar una foto, un beso o un protector diario de la bolsa de residuos.
Existen claro, fans muy fanáticos que se toman las cosas con más levedad. Siempre suelo citar mi amiga la Negra, que era fan de Madonna de aquellas. Nadie la quería más, pero tampoco nadie era más crítico. Justamente, el amor por el artista le permitía ser implacable ante sus fallas, y siempre con un sentido del humor que lograba transmitir tanto su fanatismo como lo grave de la ofensa de Ciccone (que ya hemos establecido, le importan soberanamente un bledo sus seguidores). Han habido clubs de fans que han sufrido más cismas que partido trosquista por diferencias de encare (amigos Poof, a ustedes los estoy mirando) hacia el artista y su carrera.
Imagen autocensurada en nombre del buen gusto
Lamentablemente, son la minoría. La gran mayoría son los que caen en la categoría que Mariano Lago suele llamar “fronterizo”. Puedo no coincidir con el diagnóstico, pero si con la apreciación. No hay más que ver a los “fanáticos” de ciertas “estrellas” vernáculas participando en reality shows para darse cuenta que o esa gente está muy mal como para sufrir esa exposición, o tan necesitados de exposición como para simular estar tan mal. De una forma u otra, hay alguien que esta lucrando poniéndolos frente a las cámaras, y como estas cosas se esparcen por contagio cual síntoma histérico en el internado de señoritas, dando el ejemplo de cómo un “fan” debe “actuar”. Y el mundo es un lugar peor a causa de ello. 



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