miércoles, 23 de marzo de 2011

Elizabeth Taylor: Una apreciación, desde la vereda de enfrente




 Estrellas adolescentes. Romances escandalosos. Usar los tabloides como instrumento de promoción. Usar su nombre para lanzar merchandising. Alternar cine de arte con cine extremadamente comercial. Cifras astronómicas de cachet. Usar la fama como herramienta para crear conciencia y recaudar fondos. Abuso de alcohol y drogas. Rehabilitación pública por uso de alcohol y drogas. 

El star system de Hollywod, tal como lo conocemos hoy, lo inventó Elizabeth Taylor, que falleció hoy a los 79 años de edad, probablemente la última gloria viviente de la edad de oro.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Desde la vereda de enfrente: Bound o el lado femenino de lxs hermanxs Wachowsky

Publicado originalmente el 09/03/2011 en CinesCinesCines

Entre otros pequeños debates que se despertaron por la publicación de la opinión Desde la vereda de enfrente acerca de El Cisne Negro, el hecho de que la escena de lesbianismo tan “cuidada” pero a la vez tan detallada e innecesaria era “para los muchachos” levantó un poco de polvareda.
Esto no es secreto: mientras que una escena tan sencilla como un besito entre dos hombres vacía las salas, una escena entre dos chicas puede hacer que un film pase la barrera de los 100 millones de dólares. Mientras que una es amenazante, la otra es titilante. Ningún hombre de menos de 25 años –el verdadero motor de la industria cinematográfica de Hollywood tal como está concebida las últimas tres o cuatro décadas- quiere ver contacto entre dos hombres (“un asco”) pero se mueren por ver una entre dos mujeres (“caliente”). 
Del mismo modo, el público lésbico, no tan numeroso, pero fiel y militante con lo que a ellas se les dirige, suele darle la espalda a este tipo de forzado esperpento, por considerar que nada tiene que ver con lo que pasa entre dos mujeres y es simplemente una fantasía proveniente desde una mentalidad masculina.
Toda esta introducción es para comentar una de las excepciones a esta regla, el primer largometraje como directores de los hermanxs Wachowsky, Bound (conocido con variados nombres en castellano, nunca se estrenó en los cines en nuestro país).
Bound, una película ostensiblemente de mafiosos pero con dos lesbianas ardientes como protagonistas, es una favorita del público LGTB y lésbico en particular de todo el mundo: les ganó a sus actrices (Jennifer Tilly como la vampiresa Violet y Gina Gershon como la “butch” Corky) la fidelidad eterna del público de la comunidad; citada hasta el cansancio por sus candentes escenas de sexo y sus desopilantes diálogos (cada palabra que sale de la boca de Violet es una cita de oro), todo esto escrito y dirigido por dos cineastas varones que se hicieron famosos por sus escenas de acción y volar cosas por el aire.
¿Cómo sucedió este extraño fenómeno?
Tal vez sea necesario para entenderlo mejor, pensar en una noticia que se filtró hace unos pocos años acerca de lxs Wachowsky, que dejó a más de uno rascándose la cabeza: si miramos los créditos de los proyectos post-Matrix de los reclusivos hermanitxs, podrán observar que el crédito está otorgado a The Wachowsky Brothers y no a Andy y Larry. Y si miran con más detalle la página de IMDB de los hermanos W., verán que mencionan a Andy y Lana Wachowsky. ¿Lana? ¿Se trata de una tercera y hasta ahora desconocida hermana W.?
Bueno, no. La noticia a la que me refería es un artículo de la revista Rolling Stone, un poco anterior al lanzamiento de Meteoro en el 2008, donde se reportaba que uno de los motivos por los que los Wachosky no daban entrevistas a la prensa era que Larry había transicionado de género y ahora era conocida como Lana. Sin entrar en detalles (que Lana revelaría por su cuenta unos años después en un conmovedor discurso - nota agregada en Enero del 2013 -), pero lo cierto es que en la actualidad, todos los créditos oficiales están a nombre de Lana y no Larry, quien está en una feliz relación con… otra mujer.  
Volviendo al punto, decíamos que el público lésbico suele dar la espalda a los productos que identifican como viniendo de un punto de vista completamente masculino, y tendríamos que pensar la excepción que es Bound porque… bueno, a Larry/Lana nadie l@ obligó a nada con respecto a su sexualidad, tal como se  entendía con bastantes prejuicios en el artículo de Rolling Stone, y esa mirada, femenina y lésbica (o simplemente en otro punto del contínuo sexo-género, si vamos a hablar con más precisión) estaba ahí desde el primer momento.
Al margen de esto, Bound tiene mucho  más disfrutable y merece ser vista. Es probablemente el mejor largo de la dupla junto con la Matrix original: impecablemente dirigido y  fotografiado (observen la paleta de colores blanco-negro-rojo), con un guión riquísimo tanto en argumento como diálogos y unas actuaciones brillantes.
Tan brillantes actuaciones que,  de hecho, marcaron las carreras de casi todos sus protagonistas de ahí en más: Gershon se transformó un ícono lésbico, algo que además fomenta haciendo papeles friendly o participando en proyectos relacionados (su película anterior es el desastre ferroviario Showgirls, hizo un cameo en el episodio del coming out de Ellen, luego Prey for rock & roll); Tilly mantiene su carrera estrictamente clase B, explotando ese personaje entre sexy y tonto que tan bien le salió como Violet; Joe Pantoliano pasó a ser Ralphie Ciffaretto en Los Soprano, un calco exacto de su papel como el mafioso Cesar en Bound y Christopher Meloni perfeccionó a su máscara de sexy y psicópata que tanto rédito le dio en varios años de la serie Oz y aún más de Law and Order: SVU.
Concluyendo: Bound merece verse, antes que nada, por ser una excelente película. Adicionalmente, para demostrar que un producto de acción dirigido al gran público puede tocar la temática lésbica y hacerlo de una manera que es integral a la trama y sin ofender a ningún grupo. Y finalmente, también se puede ver como ejercicio para tratar de buscar pistas sobre la pre-historia de Lana Wachowsky

miércoles, 2 de marzo de 2011

Comentario: Plan B

Publicado originalmente el  02/03/2011 en CinesCinesCines


Doble Mano

Este jueves se reestrena Plan B, el primer largo de Marco Berger a la luz del premio Teddy que su segunda película, Ausente, acaba de ganar en Berlín.
Y hay muchos motivos por los que Plan B merece una audiencia mayor que la que tuvo hasta el momento (estrenada en el BAFICI 2010, se estuvo exhibiendo semanalmente en el Malba durante algunos meses). Una rara película LGTB que no cae en los clichés típicos del género, y que aporta un punto refrescante sobre un tema a veces tabú: la bisexualidad.

La anécdota es sencilla: Bruno es abandonado por su novia Laura, que al poco de dejarlo empieza una relación con Pablo. Por intermedio de una amiga en común, Bruno se entera que Pablo alguna vez tuvo una historia con un hombre, y planea vengarse de Laura conquistándolo. Obviamente las cosas no son tan sencillas ni salen como las planeaban.

Berger crea un universo propio para estos personajes que tiene tantos aciertos (la ficticia serie de TV de culto que sirve para iniciar el “bromance” de Bruno y Pablo), como agujeros lógicos inexplicables (¿Nadie tiene un celular en el 2009? ¿La única manera de comentarle algo a alguien es yendo a tocarle el timbre?), pero que funciona para hacer más creíble una historia, que aunque completamente posible podría resultar un poco irreal. Otros detalles intentan aportar un poco realismo pero por momentos resultan un tanto obvios (ya entendimos, los chicos son hétero entonces *solamente* se visten con remeras de equipos futbol)

Si bien las actuaciones caen en algunos remanidos y cansadores tics del “nuevo cine argentino”, hay algo natural en el estilo “slacker” de Manuel Vignau como Bruno, y Lucas Ferraro como Pablo agrega un toque de sex-appeal que remonta a un temprano Pablo Echarry. Inexplicable es la elección de Mercedes Quinteros como Laura, un personaje cuyos encantos son el motor de la trama y que la actriz no puede transmitir ni desde lo estético ni desde lo actoral.

La película es recomendable por abordar el tema de la ambigüedad sexual evitando varios de los topos clásicos de este tipo de historia: no son chicas, no hay historias de estruendosas salidas del ropero, nadie se “cura” al final. Por otro lado es una película pequeña, que estilísticamente repite elementos de cine argentino que ya vimos mil veces y que no resultaban ni nuevos ni originales en primer lugar.